14 de febrero de 2014

"7 mil millones de humanos buscando lo mismo"

No me gusta esa frase porque da por hecho que todos los seres humanos buscamos lo mismo. Qué estupidez, ¿no?

Es algo que se suele pensar. Todos tenemos el mismo propósito, el mismo objetivo. Por eso estamos aquí. No sé, es lo que me viene al leer esa frase. El ser feliz. A eso se refiere, ¿no?


Y volvemos al tema -otra vez- de la felicidad. ¿Qué es la felicidad? Un concepto, abstracto, que nos han metido por los ojos y por las orejas a más no poder: "Hace falta ser feliz por encima de todo", "sufrir está mal", "felicidad es alegría y sonrisas". Si no estás así, mejor que te mueras, porque estás mal de la hostia. Te deprimirás y enfermarás -física o mentalmente- y necesitarás un puto psicólogo.


Dios, qué problema tan gordo. Y en realidad, el problema es no saber adaptarse y sacarle partido a toda situación o circunstancia que te venga. Para eso no necesitas a otra persona que te lo diga. La vida es como una montaña rusa. Habrán subidas que cuesten; pero también bajadas que alivien.
En eso consiste. Aguantar las vicisitudes de la vida a pesar de pasarlo un poco mal. A todos nos pasa. Estamos hechos para frustrarnos, enfadarnos, llorar, reír, levantarnos. Para el dolor.


Y bueno, después de esto, sería estúpido perseguir algo como la felicidad. Nadie antes ha sido capaz de definirla. Cada individuo obtiene felicidad de diferentes cosas. No todos somos iguales, ni tenemos las mismas necesidades, ni las mismas prioridades. Sería ilógico coincidir, pues, en ella puesto que cada uno tiene, por así decirlo, su propia definición. 


Como veis, los 7 mil millones de humanos no buscamos lo mismo. Que obtengamos placer o «felicidad» (siempre entre comillas) de las mismas cosas es diferente. Claro que puede haber alguien que busque y obtenga la misma satisfacción haciendo lo que hacemos, pero, caemos en la tentación de perseguir aquello que ni nosotros mismos somos capaces de definir. La felicidad, el amor, la verdad, la justicia...

Que joder. Cada persona tiene su proyecto de vida. Personal. De ahí la palabra. No todo el mundo tiene los mismos objetivos, ni las mismas aspiraciones. Y  siento que me estoy explayando más de lo debido. De hecho, los filósofos lo llevan estudiando toda nuestra existencia. Y, ¿sabes qué es lo mejor? Que nunca encontrarán la respuesta. Porque ahí está la gracia de la vida y de vivir, valga la redundancia.
No saber qué buscamos. Simplemente, avanzar. Y aprender lo máximo de las posibilidades que la vida nos ofrece, que son infinitas.

13 de febrero de 2014

Retazos de sabiduría escondidos en páginas de libros (El arte de amargarse la vida).

«¿Qué puede esperarse de un hombre? Cólmelo usted de todos los bienes de la tierra, sumérjalo en la felicidad hasta el cuello, hasta encima de su cabeza, de forma que a la superficie de su dicha, como en el nivel del agua, suban las burbujas, déle unos ingresos que no tenga más que dormir, ingerir pasteles y mirar por la permanencia de la especie humana; a pesar de todo, este mismo hombre de puro desagradecido, por simple descaro, le jugará a usted en el acto una mala pasada. A lo mejor comprometerá los mismos pasteles y llegará a desear que le sobrevenga el mal más disparatado, la estupidez más antieconómica, sólo para poner a esta situación totalmente razonable su propio elemento fantástico de mal agüero. Justamente, sus ideas fantásticas,su estupidez trivial, es lo que querrá conservar...» 

Estas palabras proceden de la pluma de un hombre, que Friedrich Nietzsche consideraba el mayor psicólogo de todos los tiempos: Feodor Mijailovich Dostoievski. En realidad dicen, bien que en un tono más elocuente, lo que la sabiduría popular lleva expresando hace tiempo: nada es más difícil de soportar que la continuidad de los días felices. 
Ya es hora de acabar con los milenarios cuentos de viejas que presentan la felicidad, la dicha, la buena fortuna como objetivos apetecibles. Demasiado tiempo se ha tratado de convencernos -y lo hemos creído de buena fe- de que la búsqueda de la felicidad nos deparará felicidad
Lo gracioso del caso es que el concepto de felicidad ni siquiera puede definirse. [...] En realidad, no deberíamos sorprendernos de ello. «¿En qué consiste la felicidad?».
[...] No nos hagamos ilusiones: ¿qué seríamos o dónde estaríamos sin nuestro infortunio? Lo necesitamos a rabiar, en el sentido más propio de esta palabra.

12 de febrero de 2014

Tú (IV).

Guardo lluvia en el pelo, en el abrigo, en las zapatillas y en los párpados por si algún día la necesito. Almaceno frío en mi piel, en mis músculos y en mis huesos para que seas tú el que produzca el deshielo. O el incendio, como tú prefieras. 
Cuando ando por el camino al que llamamos vida, soy capaz de vislumbrar cada fibra de tu ser. Y no es coña.
Me imagino que cada nube es una célula de tu cuerpo y que el cielo en su conjunto es tu piel; . De esa forma, cuando miro al cielo, te pienso. Y cuando el frío roza mi piel, te siento. Y cuando la gota de lluvia que cae recorre mis mejillas lentamente para acabar en mis labios, me besas. 
Y así.

11 de febrero de 2014

Tú (III).

Solo me apetece dormir hasta que mi cuerpo diga "ya basta". 
Quedarme así, observando como la luz se filtra por las rendijas. Como el día, a pesar de todo, me saluda con su mejor sonrisa. 
Y yo, yo quiero darle la espalda y seguir, como si la cosa no fuese conmigo, y despertar dos semanas después. Con una persona a mi lado. Abrazándome mientras duermo, como si incluso en ese momento me estuviese diciendo "no me pienso separar de ti" y "tranquila, conmigo estás a salvo". 
Y observar entonces cómo cambia la visión de esta misma ventana y de este mismo despertar.

10 de febrero de 2014

Tú (II).

Porque si tú te caes, yo me caigo contigo. 
Porque si tú te encargas de mi corazón, de cuidarlo y mimarlo como si fuese tu propio corazón, yo me encargaré del tuyo. 
Porque todo lo tuyo es mío y lo mío es tuyo. 
Porque si tú, yo.

9 de febrero de 2014

¿Compasión o justicia?

Justicia. Me explico.
Para entenderlo mejor, acudo a un ejemplo que dio este año mi profesor de Filosofía, el cual siempre acababa yéndose por las ramas. Aún siendo cura, nos explicó que le parecía una gilipollez el hecho de que a Dios se le considerara bueno y justo. Más que nada porque ambas «virtudes» son incompatibles entre sí. Y tras decir esto, nos puso un ejemplo que recuerdo perfectamente:

"Poneos en la piel de un profesor. Descubrís a un alumno copiando. Lo más justo sería suspender a dicho alumno. Seguramente, si el profesor es bueno, pasará por alto este hecho.
Obviamente lo que en realidad es correcto es que, todas las personas que tengan un mínimo de autoridad -ya sea en sus vidas o cuando de él dependan otras-, sean justas. No caigan en favoritismos, compasión o bondad porque, si alguien ha hecho algo malo, debe ser castigado o penado por ello. Aparte de que así, se evitará que a largo plazo siga produciéndose ese hecho.
De hecho, es un error caer en la bondad y en la compasión perdonando cuando la persona debería ser penada. Eso, a veces, es la razón por la cual suceden cosas que quizás se podrían haber evitado.
Que vale, que es verdad que es imposible resistirse a veces, pero en la medida de lo posible hay que buscar la justicia, aunque a veces tengas que dejar la compasión y la bondad a un lado."

¿En mi opinión? Dependería del caso. Sé que soy buena y compasiva (a veces, sin poder evitarlo), pero soy consciente de que la justicia es más importante. Dependería del caso. No podría afirmar que sería siempre justa porque quizás, en situaciones extremas, no aplicaría la justicia. Pero vamos, en general, pienso que la justicia es aquello por lo que debemos luchar. Que no sea un concepto meramente utópico; que pase a ser viable. Sobre todo para aquellas personas con más autoridad y para las que tratan de juzgar, sentenciar o educar.

8 de febrero de 2014

Tú.

Y ser tus ojos el único paisaje que vea.
Y ser tu sonrisa el único precipicio que recorra. 
Y ser tus lágrimas la única bebida que tome. 
Y ser tu cuerpo el único manjar que pruebe. 
Y ser tú, el único capaz de ser conmigo.

7 de febrero de 2014

Más vale tarde que nunca.

Queridos Reyes Magos:


Ya sé que llego un poco tarde. Ya sabéis que a mí eso de llegar pronto nunca 
se me ha dado bien. Bueno, en realidad ahora sí. ¿Hablamos de mi vida, no?
Pues eso. Que paso de soltar cuatro frases bien puestas. Nunca he creído en 
vosotros, ¿sabéis? Siento decepcionaros, pero siempre he sido más de Papá 
Noel.  Nunca he esperado nada de vosotros porque nunca me habéis dado
motivos para ello.  Que bien, no me quejo. Con recibir regalos en Navidad 
me basta. Ese gordinflón me cae bien. Al caso, que veo estúpido pediros algo. 
Sé que no me lo traeréis. Además de que, no quiero nada material. 
Todo lo que me falta es una persona, ¿me la podéis envolver y 
dejármela debajo del árbol? ¿No, verdad? Entonces nada. No os molesto
más. Seguid con vuestro camino que habrán un montón de niños 
esperando que sí les llevéis algo. Yo me conformo con preservar todo
lo que tengo ahora y ser yo misma quien consiga aquello que quiero.
Aunque bueno, si tras esta carta decidís ingresarme anualmente
por estas fechas 100 euros o más no os diré que no. Me ayudará mucho 
para conseguir lo que deseo. Pero si es mucho molestia no, ¿eh? 
Fijaos lo buena que soy. Carbón a mí nunca.

Y eso, ¡bon voyage!

Un saludo, Aida.

6 de febrero de 2014

Aquí y ahora.

Cuando conozco a alguien, tengo la sensación de que aparece justo en el momento adecuado. Es como si el Universo conspirase e hiciese todo lo posible para que, por casualidad, te topes con ese alguien. Para que lo aproveches; le saques todo el jugo.

Cada uno de nosotros es un mundo

Siguiendo esa metáfora, yo he estado en muchísimos. Y quizás venga al caso. Sí, viene. En cierto modo soy como Sora en el Kingdom Hearts. Desde el principio del juego sabes que está solo. Y lo estará siempre. Pero cuando más lo necesita, aparece alguien en el que apoyarse. Alguien que le ayudará en su camino; en sus viajes a través de todos los mundos, de los cuales aprenderá.
Esa es una razón por la que me gusta conocer gente. Me gusta viajar de una persona a otra. Conocer cada rincón, cada callejón, cada recoveco, cada misterio.


No cambiaría por nada en el mundo, pues, el haber conocido a todas las personas con las que me he topado. Si las hubiese conocido antes, no me hubiera ido ni mejor ni peor. Como ya he dicho, aparecen justo cuando los necesitas. Personas que se adaptan a tu forma de ser. La del momentoPensadlo. Realmente, si hubiese conocido a personas que ahora están a mi lado hace tiempo atrás, ¿quién nos diría que mantendríamos la misma o mayor relación que la que tenemos ahora? Seguramente sería al contrario, no encajaríamos. 

Aida ha cambiado a lo largo del tiempo. Bueno, es que en eso se basa la vida, ¿no? Siendo aún más concreta, las personas son las que nos cambian. Lo que experimentas, lo que vives, lo que padeces mediante o a través de ellas. Y lo que haces por ti mismo; lo que descubres. Todo es capaz de moldearnos y, para qué engañarnos, no solo el Universo conspira para que conozcas a alguien sino que o la descartas y se va alejando con el tiempo o simplemente dicha persona aparece y permanece por el hecho de encajar contigo. Quizás se quede; quizás no. Eso no podrá saberse.
Una cosa si os digo. Todo (o casi todo) en esta vida tiene fecha de caducidad. Es la condición por el hecho de vivir, aunque suene un poco fatalista. Quizás desde el principio ya se pueda saber aproximadamente quién se va a quedar o no. Llámalo intuición. Qué sé yo. Lo que sí sé es que no cambiaría por nada del mundo lo que tuve y lo que tengo actualmente. Incluso las personas que no están y no quería que se fuesen; los que vinieron para quedarse; con los que empiezas bien y acabas mal; los que pasaron desapercibidos. Todas y cada uno de ellas te han hecho ser como eres en cierto modo.
¿Por qué alterar, pues, el espacio-tiempo para poder pasar más tiempo con una? Vino cuando debía venir y punto. Qué más da cuándo lo haga si acaba haciéndolo. Ese es el caso.
No importa cuándo si, a partir de ese momento, vas a aprender, conocer, querer y a pasar todo el tiempo posible con esa persona.

Lo demás, queridos lectores, da exactamente igual. Siempre vas a estar pensando que te ha faltado tiempo, a pesar de haber pasado casi toda tu vida con una persona.

Qué se le va a hacer. Somos así.

5 de febrero de 2014

Ambiente familiar.

Gracias al último examen que tuve ayer (¡SÍ, POR FIN HE ACABADO!), pensé muchas cosas sobre el ambiente familiar.
Lo importante que es lo comprensivos y afectivos que sean los padres con sus hijos. De hecho, una de las cosas que tenía que estudiar era el tipo de relaciones que pueden existir. Hay cuatro tipos:


Afecto y comunicación





Control y exigencias
-Alto
-Afecto y apoyo explicito, aceptación e interés por las cosas del niño; sensibilidad ante sus necesidades.
-Bajo
-Afecto controlado, no explicito; distanciamiento, frialdad en las relaciones; hostilidad y/o rechazo.
-Alto
-Existencia de normas y disciplina, control y restricciones de conductas; exigencias elevadas.


DEMOCRÁTICO


AUTORITARIO
-Bajo
-Ausencia de control y disciplina; ausencia de retos y escasas exigencias.


PERMISIVO


INDIFERENTE

Esta tabla es muy explícita. Las consecuencias que puede acarrear cada uno de estos tipos en el niño puede ser brutal.

¿Vosotros qué pensáis? ¿Cuál va a ser el tipo de padres que hará que mejore el autoconcepto, la seguridad y confianza que tiene el niño de sí mismo, fomentando así sus relaciones personales y la comunicación entre ellas? Por supuesto, el democrático.
Todos los demás tipos van a traer problemas.
Y lo peor de todo es que no puedes evitar posicionarte en alguno tras leerlo y descubrir que la relación que tienes con tus padres no es tan buena como parecía.
Se les echa siempre las culpas a los niños por ser malos hijos y, tras todo lo que he tenido que estudiar al respecto, echaría la mitad de las culpas a los padres. Porque la tienen, a pesar de que no quieran admitirlo. No tendría la necesidad de mentir, de llegar tarde a casa, de ocultar información, si ellos me diesen un voto de confianza, si ellos accediesen a hablar las cosas sin imponer el típico argumento de: "Porque lo digo yo", "Mientras vivas bajo este techo harás lo que yo diga" y "Me da igual lo que hagan los demás". ¿Así es como queréis conseguir que vuestros hijos os hagan caso? Conseguiréis el efecto contrario, que es alejarlos más de vosotros. Porque todo esto va porque llega un momento en el que, al igual que tenemos que admitir que ya no somos unos niños, ellos tienen que admitir que nos perderán, como ellos perdieron a sus padres. La relación padre-hijo llega una edad que se debilita. Y se va deteriorando. Es ley de vida. No siempre estaremos en el nido bajo un cascarón. Algún día habrá que romperlo e irse a descubrir mundo y encontrar tu propio nido.

A mí ya se me ha roto el cascarón y estoy en busca de mi nido.

PD: Siento no haber actualizado ayer, entre unas cosas y otras no pude. Espero que no os importe y no os penséis que es que he incumplido mi promesa.

¡SIGO AL PIE DEL CAÑÓN!

3 de febrero de 2014

Retazos de sabiduría escondidos en páginas de libros (Demian).

«Y me contó la historia de un muchacho enamorado de una estrella. Adoraba a su estrella junto al mar, tendía sus brazos hacia ella, soñaba con ella y le dirigía todos sus pensamientos. Pero sabía, o creía saber, que una estrella no podría ser abrazada por un ser humano. Creía que su destino era amar a una estrella sin esperanza; y sobre esta idea construyó todo un poema vital de renuncia y de sufrimiento silencioso y fiel que habría de purificarle y perfeccionarle. Todos sus sueños se concentraban en la estrella. Una noche estaba de nuevo junto al mar, sobre un acantilado, contemplando la estrella y ardiendo de amor hacia ella. En el momento de mayor pasión dio unos pasos hacia adelante y se lanzó al vacío, a su encuentro. Pero en el instante de tirarse pensó que era imposible y cayó a la playa destrozado. No había sabido amar. Si en el momento de lanzarse hubiera tenido la fuerza de creer firmemente en la realización de su amor, hubiese volado hacia arriba a reunirse con su estrella.
(...)
Las cosas que vemos son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente; porque creen que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino que elige la mayoría».

2 de febrero de 2014

De casualidad en casualidad.

«En aquella época encontré un extraño refugio. Por «casualidad», como suele decirse. Pero esas casualidades no existen. Cuando alguien necesita algo con mucha urgencia y lo encuentra, no es la casualidad la que se lo proporciona, sino él mismo. El propio deseo y la propia necesidad conducen a ello».
Mi vida es una casualidad ya en sí. Vivo de deseos y pasiones, de anhelos y nostalgia. Todo lo bueno que he vivido me ha costado miles de suspiros. Aquéllo que deseaba, en teoría, se ha cumplido. Y quizás, si algo no ha ocurrido es porque no lo necesitaba realmente.
Vivo en una casualidad constante. Y no es algo que me desagrade, al contrario. Soy amante de las casualidades y de mí misma, por hacer que aquéllo que tanto ansío se cumpla, tarde o temprano.

«Las casualidades son mi debilidad; son las únicas cosas de la vida que consiguen quebrantar mis reglas».

1 de febrero de 2014

¿Cómo es Aida, ésa que se esconde tras estas palabras?

Primero empezaré por las capas externas.

Soy una persona de estatura media. Ni muy alta ni muy baja. Con curvas, eso sí. Bastantes. Mayormente porque es lo primero que llama la atención y por todo lo que me ha condicionado.
Lo malo de todo esto es que a las curvas les acompañan unos bonitos michelines. Sí. En estos últimos años he engordado un poco más de lo que debería. Estoy sufriendo cambios en mi vida y no hago lo mismo que hacía antes. La vida ha querido que los coja.
Tengo el pelo de color rubio. Natural. Cosa que pueden decir pocas mujeres actualmente. Siempre es una de las cosas que más me ha gustado de mí. Hecho que también me ha diferenciado siempre de las demás.
Dicen que tengo una sonrisa sincera. Desde que me quitaron los brackets, mi sonrisa ha estado presente siempre en mi rostro. Jamás la he lucido tanto.
En cuanto a mi color de ojos, es discutible. Sonará raro pero con los años se me han ido aclarando. He pasado de un marrón claro -miel- a pardo. Es una cosa que me encanta porque no hay nada que admire más como un color de ojos claro. Y joder, ahora tengo verde, ¡VERDE!
Al gustarme tanto los ojos, la mirada para mí es un factor importante. Dicen que tengo una mirada expresiva. No se equivocan. Hay quien sabe leerme a través de ella.


Ahora en cuanto a las capas más internas.


Nunca he sabido definirme. Me cuesta más si tengo que hacerlo de forma general. Si me preguntas, ¿cómo reaccionas ante X situación? Soy capaz de responderte más fácilmente. Lo intentaré igualmente.


Soy una persona empática. Aquella que tiende a dejarse llevar por los sentimientos pero que los evita. Odio los enfados y tiro la toalla bastante rápido. No tengo paciencia -conmigo misma- pero con los demás, la cosa cambia.
Me gusta disfrutar del presente, aunque no por eso dejo de ser nostálgica. Me es inevitable echar la vista atrás de vez en cuando. La nostalgia es el precio que hay que pagar por haber sido felices y yo lo pago siempre que puedo.
Soy tolerante y respeto a todas las personas y sus opiniones. Asumo las consecuencias de los actos; los entiendo. Me pongo en el lugar de los demás. Soy bastante inocente e ingenua. Cercana y amable. Me gusta la compañía. Aprendo muchísimo de ella. Por lo que ayudar a los que más me importa es algo que me gusta hacer. Aunque sea sacarles una simple sonrisa. Eso me hace muy feliz.
En cuanto a mí, bueno. Vago a la deriva, sin saber muy bien adónde voy. Me cuesta entenderme porque si lo hiciera, me hubiera ahorrado muchos problemas. En definitiva, una luchadora en el cuerpo de una cobarde.
En cuanto a lo que ven los demás es todo lo contrario. Suelo ser abierta, pero tengo mi corazón bajo siete llaves. Quizás eso es lo que eche para atrás. Que hay que conocerme bien para entenderme. Y hay personas que no son capaces de correr ese riesgo.
Además de que, según me han dicho, parezco borde y fría. Inaccesible. Cuando para nada soy así.


Qué irónico.