Estuviera
donde estuviese, siempre era el centro de todas las miradas. No me interpretéis
mal. No quiero decir que fuera llamativa, ni vanidosa. Si miramos el fuego es
porque parpadea, porque resplandece. Lo que atrae nuestra mirada es la luz,
pero lo que hace que un hombre se acerque al fuego no tiene nada que ver con su
resplandor. Lo que atrae del fuego es el calor que sientes cuando te acercas a
él.
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