12 de octubre de 2011

La vida es aleatoria y el amor puede ser igual de aleatorio.

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Si te paras a pensar en ello seriamente, al final todo se resume en un único, y profundo, pensamiento: ¿para qué preocuparse? La única razón para vivir es amar y la única razón para amar es vivir. Ella no tenía ninguna de las dos...Al menos no todavía. Ella aún lo amaba. Siempre lo haría. Él era su "para qué preocuparse".

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