Sé que el último día de mi vida sólo me arrepentiré de aquellas cosas que no haya hecho. De todas esas sobre las que dudo durante más de cinco minutos y al final decido no llevarlas a cabo. De todo lo que medito durante días que podría haber hecho para mejorar ese momento que sólo sucede una única vez, y que no hice. De todo lo que prometí y me prometí, y luego no cumplí. De todo lo que me callé cuando por dentro estaba a punto de reventar y deseaba gritar a los cuatro vientos. Y, sobretodo, de todas esas cosas que me hubiese gustado hacer o decir y que no hice o dije por culpa de esa característica timidez que me acompaña en algunas ocasiones.
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