Atrás quedan muchos recuerdos, recuerdos que nos acompañarán por
el resto de nuestras vidas. Al recordarlos podemos notar cuánto hemos
cambiado en estos años y cuánto hemos aprendido, de cómo todo lo vivido
aquí ha contribuido a hacernos no sólo buenos estudiantes sino también cómo
ha contribuido a que nos hagamos mejores personas. Algunos han encontrado
entre los pasillos el amor, otros se han ganado el respeto de sus compañeros,
pero definitivamente todos y cada uno de nosotros hemos dejado huella, no
sólo en el colegio, sino también en los demás.
A lo que voy es que hay recuerdos en cada esquina de nuestro centro,
recuerdos buenos, algunos no tanto, pero recuerdos que forman parte de
nuestras vidas ahora.
Y aquí estamos ya, en la meta, porque todo lo que empieza tiene que acabar al igual que este discurso. Pero nos queda el consuelo de que cuando una puerta se cierra otra se abre, y esto no es más que un nuevo comienzo y deseamos a todos un futuro tan bueno como el pasado que nos han dado.
Ahora me gustaría que se mirasen los unos a los otros, mira al que tienes al lado, y date cuenta de que de cualquiera de ellos tienes algún momento en la mente, algún momento en que hayas sonreído por su culpa o gracias a él y recuérdalo así con una sonrisa en la boca, y recuérdalo así siempre, recuerda que esas personas que están a tu lado han caminado contigo y bueno lo importante no es llegar sino como has llegado y ellos han sido tus ruedas, tu gasolina, tu motor en el camino y gracias a ellos estas aquí.
No caben los recuerdos, no caben en todo este discurso, en todo el colegio, ni siquiera en toda la ciudad. Estas, sí estas personas que ven ahí con sus más, con sus menos, con sus gritos y risas, sus partidas de cartas, sus “quiero que acabe ya”, estas personas han sido y son las que me han dado la mano y me han permitido llegar a donde estoy y ser tal y como soy, y la verdad es que no puedo pensar en nadie mejor. Los hemos visto volar por encima de barreras que nadie creía que superaríamos, los hemos visto caer y levantarse y llegar año tras año a su meta.
Bueno ahora diremos promesas que muchas quedaran en vano, el nada cambiará, el te llamo una
vez en semana, o cosas por el estilo, y tristemente las cosas cambian, siguen su curso, pero lo que
sí puedo decir y prometer es que cuando dentro de unos años me encuentre a una persona casi
irreconocible por la calle y sea uno de ellos, no podre evitar una sonrisa y pensar, mira él o ella, estuvo conmigo 12 años de mi vida, me ayudó, me vio bostezar a las 8.30 y pedir bocadillo en el
recreo, ella o él, me hizo feliz, me hizo llorar, y parte de él, o de ella, soy yo.
Acabar con gracias, que se los debo, se los debe mi sonrisa y mi futuro, por la fuerza y la confianza. Gracias a cada uno…
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