2 de mayo de 2013

La historia de nuestra vida.

Como muchas veces hago, me dejaré guiar por mis sentimientos más profundos con el fin de poder expresar todo lo que pienso.
Realmente, hoy es un día especial. Os preguntaréis por qué. Pues bien, os lo explicaré.

Hace mucho tiempo, quizás en el mundo inteligible, no sé, posiblemente dos almas convivían en un mismo espacio, en un mismo ambiente. Dos almas que, por separado, se alimentaban de conocimientos y sabiduría sin saber que mucho tiempo después, ocuparían dos cuerpos que casualmente acabarían juntos.
Una nació en el mes más helado del invierno, a la madrugada. La otra, por el contrario, nacería un día como hoy, hace dieciocho años.
La primera nacería, tras mucho esfuerzo. Aún con todo, sería ya la segunda hija de sus padres. Hecho que marcaría bastante su vida. Por el contrario, el segundo nacería como primer hijo (ya que, tiempo después tendrá un hermano al cual enseñará todos sus conocimientos). Al principio, pueden parecer circunstancias iguales pero su vida se forjará diferente.
Tras los primeros años de su niñez, por el hecho de vivir realmente cerca, acabarán en el mismo colegio y en la misma clase. Serán años confusos y borrosos para ambos. Aunque, por desgracia, más para ella que para él.
Ella se estaba forjando su futuro. Se había convertido, sin quererlo, es una de las chicas más populares de la clase. Todos querían ir con ella en el autobús. Todos ansiaban que se quedara a comedor para jugar con ella. Con el tiempo, todos los chicos de su clase la considerarían la más guapa de la clase y la venerarían como tal.
Mientras tanto, él será una persona que pasará un poco desapercibida. Tenía escasos amigos, porque siempre pensaba que estaba por encima de ellos intelectualmente. Siempre había sido más listo pero, no llevaba muy bien eso de las relaciones interpersonales. Nunca se le había dado demasiado bien. Además, parecía como que los demás aprovecharan para mofarse de él siempre que podían. Pero, aunque realmente le dolía que los chicos le trataran así, nunca olvidaría como una de las chicas más populares de la clase se unía al corrillo...
Pasaron los años, y como todos sabemos, las cosas cambian, al igual que las personas.
Ella se había acostumbrado a no tener que hacer amigas, a no tener que buscar nada, a que le viniera todo hecho pero, todo lo que sube, baja. Y tan rápido como vino su popularidad, se fue. De repente, se encontró sola ante el peligro. Ya no querían ponerse todas con ella, ya no todas la consideraban su mejor amiga. Desde ese momento, tuvo que aprender lo que era de verdad la realidad y tuvo que sacarse las castañas del fuego. Sola.
Él, en cambio, se había acostumbrado ya tanto a la soledad, al conservar pocos amigos, y a veces ni eso, a las burlas y demás que lo tenía asumido. Por dentro quizás estuviese destrozado pero, cuando llegaba al colegio se transformaba y por mucho que intentaran hundirle, él nunca flaquearía. Se mantendría firme tras todos los ataques y crearía una especie de escudo inquebrantable. Y, por si fuera poco, empezó a descubrir que toda esa madurez que había adquirido no era porque sí y que no todos la poseían. Descubrió que era un chico muy inteligente. Era superdotado. Aún con la de cosas malas que había vivido con innumerables miembros de la clase no se rindió, y, contra todo pronóstico, decidió quedarse en la clase con la que había compartido tantos momentos porque en el fondo, les tenía demasiado aprecio y demasiado miedo de empezar de cero otra vez. Ya era suficiente haberlo sufrido una vez, que no necesitaba sufrir un cambio de curso y tener que acostumbrarse otra vez a nuevas personas.
Con el paso de los cursos, todo el mundo estaba cambiando. La situación entonces entre nuestros dos protagonistas lo hará completamente.
Ella se había convertido en envidia de algunas chicas. Su cuerpo, de un día para otro, había empezado a cambiar y a desarrollarse. Sin darse cuenta, se encontró con problemas de mujer antes de lo que se pensaba. Había conseguido pasar aquella etapa con éxito y más o menos se desenvolvía como siempre. De hecho, hasta empezó a tener amigos de confianza. Se ilusionó. Y quizás, demasiado pronto. Sin motivo alguno, la dejaron de lado. Empezaron a insultarla, a reírse de ella...Se derrumbó. Siempre había sido fuerte pero, nunca nadie se había parado a conocer su interior. Por dentro, era débil. Siempre había dependido de esas relaciones sociales y cuando vio que ya no podía confiar en nadie, el mundo le pareció un gran agujero negro.
Por el contrario, él se había integrado cada vez más en la clase. No tenía grandes amigos pero, veía como sus gracias empezaban a hacer efecto sobre algunas personas de la clase. Le consideraban gracioso. Nunca se sabrá porque las vidas de ambos cambiaron tan radicalmente pero, aunque él nunca olvidaría lo que ella había hecho cuando eran pequeños, siempre había admirado su forma de llevar las cosas. Cada vez la encontraba más guapa. Gracias a ella, podía saciar su apetito y con ella imaginaba cosas inimaginables.
Cuando ella se encontraba más perdida que nunca, él apareció, de la nada. Realmente, tampoco se sabe cómo pero, al acabar el curso, ambos se pedirían el messenger (entonces fue la revolución). Y poco después, ambos descubrirían que se habían salvado el uno al otro. Ella había encontrado en él una persona de confianza (junto con un par de personas más). Había encontrado el tipo de amigos que necesitaba. En él, había encontrado una vía de escape.
Empezaron a hablar y pronto empezarían a encajar, como dos piezas de puzzle. A él le servía para poner en práctica todo lo que su cabeza imaginaba y a ella le servía para desconectar y reírse, cosa que le encantaba. No tardarían en atreverse a quedar fuera de las clases y a conectar cada vez más.
Ella estaba muy ilusionada con la idea de tener por fin un grupo de amigos que la respetara y la entendiera por como era pero, él, poco a poco, fue enamorándose perdidamente de ella.
Ella intuía algunas veces eso en él pero, estaba demasiado ocupada pensando en que por fin había encontrado su sitio para pensar en eso. Ni siquiera se había llegado a plantear el empezar a salir con alguien en serio. De hecho, ya lo había intentado varias veces anteriormente con estrépitos resultados y no quería echar a perder la oportunidad de conservar a aquel amigo tan especial que había encontrado por fin con una relación de pareja. Supongo que no estaba preparada. Quizás, nunca lo estuvo ni lo estará...
Pero, queridos lectores, esto para nuestros protagonistas, fue el primer bache de su relación.
Ni con el tiempo el amor que sentía él por ella disminuía y todo el mundo se había dado cuenta de la situación menos ella, que parecía evitar cualquier tema que estuviese relacionado con ellos dos. Por insistencia de la gente, al final él, un día cualquiera, decidió declararse.
Tenía miedo, pero no podía aguantar más. Así que, totalmente improvisado, pronunciaría cuatro palabras que, inconscientemente, se quedarían grabadas en la memoria de ella: "Me pareces muy guapa".
Sería muy difícil describir ese mismo momento desde los dos puntos de vista. Mientras que él, se arrepentiría mil veces de haber abierto el abismo de los sentimientos más profundos entre los dos, de no haber recibido una respuesta, en definitiva, de haber recibido un no, a ella no le supuso una gran decepción. Ella, hasta mucho tiempo después, no entendería bien lo que esas cuatro palabras escondían. Ella, al igual que él, tenía miedo. Pero, era un miedo diferente. Mientras que él sentía la necesidad de estar con ella, de besarla, ella, por el contrario, no se sentía animada ni capacitada para eso en ese momento. Realmente, no sabía que sentía por él. Se lo plantearía, pero nunca sacaría nada en claro. Y como era costumbre en ella, lo dejó pasar.
Pero, los amores ignorados siempre vuelven a pedir cuentas. Y, aunque, para asombro de todos, volvieron a ser amigos como siempre, hubo un pequeño, aunque invisible, cambio.
Él nunca tiró la toalla. Ella se sentía muy a gusto con él. Aunque le picaba mucho, ella disfrutaba enfadándose con él en el fondo. Porque sabía que ningún insulto era en serio. Se tenían demasiado aprecio el uno al otro.
Pero, un día, tal vez por la edad y porque él se había cansado de esperar una respuesta por parte de ella, uno de esos piques sobrepasó la línea. Y, rápidamente, dejaron de hablarse.
Ella pensaba que no sufriría su pérdida. Ya había pasado muchas veces por eso. Pero, aunque nunca se la vio hundida, jamás lo había estado tanto. Jamás pensaría que su presencia fuera tan importante en su vida.
Sus caminos se separaron por un tiempo.
Él, conoció a una chica. Compartían una misma afición: tocar el piano. Esta chica se enamoró perdidamente nada más verlo. Y él, con el tiempo, acabo saliendo con ella. Descubrió en ella una forma de salir en el abismo en el que había entrado. Tenía que suplir esa pérdida. Y con aquella chica, pudo descubrir lo que realmente era el amor. Con ella podría por fin expresar la gran necesidad de afecto que tantas ganas tenía. Pudo experimentar. Pasó, posiblemente, el mejor año de su vida. Descubriendo, poco a poco, ese gran mundo desconocido, como era el de la mujer, desde un ámbito más íntimo. Una faceta que desconocía de las mujeres. Podía por fin, olvidar a la gran arpía que lo había rechazado y mantenido sin mostrar ningún tipo de sentimiento recíproco por él.
En cambio, ella siguió su camino, sin grandes cambios. Seguía con su maldita obsesión de guardar su corazón bajo siete llaves, para poder poner fin (como siempre había intentado) de sufrir por amor. Sufrimiento que consideraba, el peor del mundo.
Pero jamás llegaría a imaginar el odio que él podría a acumular sobre su persona. No bastaba con haberse separado si no que, la pareja con la que estaba él le tenía envidia. Y entre ambos, juntando odio acumulado (en el fondo porque él seguía sintiendo cosas por ella) realizaron un acto macabro. Se aprovecharon del único hilo que todavía les mantenía unidos para desarmarla totalmente y tocarle la única fibra que ella amaba.
Deseó odiarle con todas sus fuerzas. Se prometió a si misma que jamás le harían una cosa como aquella. Que jamás le perdonaría aquel acontecimiento marcado con sus huellas, pero se equivocaba, como siempre. Nunca pudo odiarlo. Era superior a ella. Sabía que él estaba sumido en el odio. Lo entendía. Le había hecho tanto daño...Por lo que, a pesar de todo, nunca le guardó gran rencor y como siempre había hecho, siguió adelante tras la adversidad.
No pasaría mucho tiempo en el que él se diera cuenta de que no podía seguir con aquella relación y que había hecho muchísimo daño a la única persona, que tiempo atrás, más le había importado.
Fue la época más decisiva e importante de su vida. Se bajó de la burbuja en la que había vivido durante ese año y decidió pedirle perdón a ella por todo el mal que le había causado. La echaba de menos.
Gracias a Dios, coincidieron en una quedada que organizaron las personas de su clase de primaria y pudo por fin manifestarle todo lo que había guardado en su interior durante tanto tiempo. Se arrepentía de todo. Quería que todo volviese como antes. Y así fue. Ella le había perdonado hacía mucho tiempo atrás y aunque no lo quisiera admitir, le echaba de menos.
Como si el tiempo nunca hubiera pasado para ellos, volvieron justo al punto por donde lo habían dejado. Inexplicablemente, tardarían muy poco en volver a tener esa chispa que habían tenido siempre. Como el grupo de amigos de antaño ya no se encontraba entero, empezaron a quedar a solas.
Estaban a gusto el uno con el otro. Ya no eran niños. Se habían formado totalmente físicamente.
Y, como era de esperar, surgieron los sentimientos otra vez. Pero en este caso, fue ella la que cayó. Para sorpresa (incluso para ella) se encontró pensando en si realmente quería a aquel chico que tanto le había amado antaño. Empezaba a sentir cosas que antes no había sentido. Se sentía realmente a gusto con él. Lo veía maduro, interesante. Tenía un aire tan misterioso. Sin esperarlo, se había encontrado mirándole fijamente a esos ojos verdes agrisados con cara de tonta. Y maldijo una y otra vez, por qué el destino había decidido que ella fuera la que sufriera en esa relación ahora.
Contra todo pronóstico, ocurrió. Juntos, se amaron. Se descubrieron el uno al otro. Pasaron días inolvidables. Ambos nunca olvidarían en su vida aquel verano que pasaron conociéndose y explorándose. Cualquier escenario era propenso para conjugar su amor. En esos días, ella por fin había encontrado el sentido de su vida. La pequeña chispa que todos poseemos, pero que necesita ser activada. Esa chispa que consigue armarte de fuerzas, motivación y autoestima. Eso que había esperado durante tanto tiempo y por fin, con él, había encontrado.
El sentimiento fue mutuo pero, tenían demasiado miedo (aún con todo) como para seguir con una relación estable.
Pero dicha unión sería recordada hasta el fin de los tiempos. Porque ella, a pesar de todo, supo armarse de valor y admitir la derrota. La vida no le había brindado la oportunidad que había tenido él tiempo atrás y deseaba con todas sus fuerzas poder expresar el amor que había guardado durante tanto tiempo a esa persona especial. Y no cabe duda de que él lo era. Y lo sigue siendo.
Ambos se encontraban ahora en la posición opuesta a la que habían estado cuando eran niños. Ahora era él el que tenía miedo a salir con alguien, a que le hicieran daño, a sufrir. Quería disfrutar de la vida. Así que, como de costumbre en ellos, sus caminos no llegaron a separarse del todo porque siguieron siendo amigos como siempre habían sido, sin que les afectase todos los acontecimientos que habían vivido durante la historia de sus cortas vidas.
Porque, en realidad, no ha pasado mucho desde entonces. Porque los sentimientos siguen ahí. Porque ambos siguen teniendo miedo a sentir demasiado. Pero aún con todo eso, ella nunca olvidará como, el destino puso en su camino a un chico al que llegaría a querer tanto. Un chico que se convertiría en esencial en su vida y que necesitaría tanto en su vida.
Supongo que nuestros protagonistas se encuentran ahora en un período de transición en la historia de sus vidas. Pero, estoy segura de que esta historia no se va a acabar aquí. De que vivirán muchísimos más momentos juntos y compartirán muchísimas cosas más. Porque, a pesar de todo, siempre han seguido juntos y seguirán juntos por siempre.
Es la historia de sus vidas. Una historia inacabada pero intensa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario