1 de noviembre de 2011

Quiero volver a saborear esa boca. El deseo se apodera de mí y me quedo inmóvil, con sensación de mareo. Sólo existe el deseo. Pienso en acercar mis labios a los suyos y es como si me derritiera. Sus ojos se abren, me ven. Cuando se levanta, se flexiona cada músculo de su cuerpo, me obliga a tenderme y se echa sobre mí. Bajo su peso, el aire escapa de mis pulmones como de un fuelle y, aun así, suena como el más suave de los suspiros. Y su boca vuelve a estar junto a la mía, un calor, una presión, una promesa de lo que está por venir, una promesa que quiero ver cumplida.
Sus dedos son un susurro en mi piel. Un pulgar se desliza hacia mi pecho, traza círculos alrededor. Acerco la boca a la piel salada de su cuello. Siento que una rodilla me aparta los muslos. Algo se desploma dentro de mí. Es como si dejara de respirar por un momento. Estoy vacía. Busco.
Los dedos cálidos van bajando, vacilan y luego rozan una parte de mi cuerpo que todavía no entiendo, un lugar que no me he permitido explorar.
-Espera-susurro.
No me oye o no quiere oírme. Sus dedos, fuertes y seguros y no del todo rechazados, vuelven, y noto el contacto de toda la palma de su mano. Quiero huir. Quiero quedarme. Quiero las dos cosas a la vez. Su boca se une a la mía. Estoy clavada en el suelo por decisión de él. Podría flotar, perderme dentro de él y volver a renacer siendo otra persona. Frota la piel de mi pecho con el pulgar y experimento una deliciosa sensación de estar en carne viva, como si nunca antes hubiera sentido verdaderamente la piel. Todo mi cuerpo se eleva para acoger su presión. Su decisión podría ser la mía. Podría engullirme si llegase a dejarme ir. Dejarme ir. Dejarme ir. Dejarme ir.
No.
Apoyo las manos en la piel resbaladiza de su pecho y lo empujo hacia atrás. Él se aparta. Al dejar de sentir su peso, me siento como si me hubieran amputado un miembro y la irresistible necesidad de atraerlo de nuevo hacia mí. Le brilla la frente por el sudor, cuando parpadea en sueños, confuso y aturdido. Está otra vez dormido, tal como lo he encontrado. Un ángel fuera de mi alcance.
Es un sueño, sólo un sueño. Eso me digo cuando despierto, jadeando, en mi propia cama, en mi propia habitación.
Sólo es un sueño.
Pero parecía tan real...Me llevo los dedos a los labios. No los tengo hinchados por los besos. Estoy intacta. Pura. Una mercancía útil. Él está muy lejos de aquí, percibo en un sueño que nada tiene que ver conmigo. Pero esa parte de mí que no he explorado me duele, y tengo que tumbarme de lado con las rodillas juntas para aliviarme la molestia.
Sólo es un sueño.
Pero lo que me da más miedo es lo mucho que deseo que no lo sea.

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