22 de noviembre de 2012

La ausencia alimenta el afecto.


—¿Cuáles le parecieron más interesantes? ¿Las que corrían a sus brazos enseguida, o las
que eran más difíciles y se mostraban reacias, incluso indiferentes a sus atenciones? 
Con las mujeres pasa lo mismo.Algunas no soportan que un hombre se aferre a ellas. Y a todas les gusta que les dejen hacer sus propias elecciones. Es difícil ansiar algo que ya tenemos.
 —Eso es verdad. La ausencia alimenta el afecto.


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