5 de febrero de 2014

Ambiente familiar.

Gracias al último examen que tuve ayer (¡SÍ, POR FIN HE ACABADO!), pensé muchas cosas sobre el ambiente familiar.
Lo importante que es lo comprensivos y afectivos que sean los padres con sus hijos. De hecho, una de las cosas que tenía que estudiar era el tipo de relaciones que pueden existir. Hay cuatro tipos:


Afecto y comunicación





Control y exigencias
-Alto
-Afecto y apoyo explicito, aceptación e interés por las cosas del niño; sensibilidad ante sus necesidades.
-Bajo
-Afecto controlado, no explicito; distanciamiento, frialdad en las relaciones; hostilidad y/o rechazo.
-Alto
-Existencia de normas y disciplina, control y restricciones de conductas; exigencias elevadas.


DEMOCRÁTICO


AUTORITARIO
-Bajo
-Ausencia de control y disciplina; ausencia de retos y escasas exigencias.


PERMISIVO


INDIFERENTE

Esta tabla es muy explícita. Las consecuencias que puede acarrear cada uno de estos tipos en el niño puede ser brutal.

¿Vosotros qué pensáis? ¿Cuál va a ser el tipo de padres que hará que mejore el autoconcepto, la seguridad y confianza que tiene el niño de sí mismo, fomentando así sus relaciones personales y la comunicación entre ellas? Por supuesto, el democrático.
Todos los demás tipos van a traer problemas.
Y lo peor de todo es que no puedes evitar posicionarte en alguno tras leerlo y descubrir que la relación que tienes con tus padres no es tan buena como parecía.
Se les echa siempre las culpas a los niños por ser malos hijos y, tras todo lo que he tenido que estudiar al respecto, echaría la mitad de las culpas a los padres. Porque la tienen, a pesar de que no quieran admitirlo. No tendría la necesidad de mentir, de llegar tarde a casa, de ocultar información, si ellos me diesen un voto de confianza, si ellos accediesen a hablar las cosas sin imponer el típico argumento de: "Porque lo digo yo", "Mientras vivas bajo este techo harás lo que yo diga" y "Me da igual lo que hagan los demás". ¿Así es como queréis conseguir que vuestros hijos os hagan caso? Conseguiréis el efecto contrario, que es alejarlos más de vosotros. Porque todo esto va porque llega un momento en el que, al igual que tenemos que admitir que ya no somos unos niños, ellos tienen que admitir que nos perderán, como ellos perdieron a sus padres. La relación padre-hijo llega una edad que se debilita. Y se va deteriorando. Es ley de vida. No siempre estaremos en el nido bajo un cascarón. Algún día habrá que romperlo e irse a descubrir mundo y encontrar tu propio nido.

A mí ya se me ha roto el cascarón y estoy en busca de mi nido.

PD: Siento no haber actualizado ayer, entre unas cosas y otras no pude. Espero que no os importe y no os penséis que es que he incumplido mi promesa.

¡SIGO AL PIE DEL CAÑÓN!

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