2 de febrero de 2014

De casualidad en casualidad.

«En aquella época encontré un extraño refugio. Por «casualidad», como suele decirse. Pero esas casualidades no existen. Cuando alguien necesita algo con mucha urgencia y lo encuentra, no es la casualidad la que se lo proporciona, sino él mismo. El propio deseo y la propia necesidad conducen a ello».
Mi vida es una casualidad ya en sí. Vivo de deseos y pasiones, de anhelos y nostalgia. Todo lo bueno que he vivido me ha costado miles de suspiros. Aquéllo que deseaba, en teoría, se ha cumplido. Y quizás, si algo no ha ocurrido es porque no lo necesitaba realmente.
Vivo en una casualidad constante. Y no es algo que me desagrade, al contrario. Soy amante de las casualidades y de mí misma, por hacer que aquéllo que tanto ansío se cumpla, tarde o temprano.

«Las casualidades son mi debilidad; son las únicas cosas de la vida que consiguen quebrantar mis reglas».

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