«En aquella época encontré un extraño refugio. Por «casualidad», como suele decirse. Pero esas casualidades no existen. Cuando alguien necesita algo con mucha urgencia y lo encuentra, no es la casualidad la que se lo proporciona, sino él mismo. El propio deseo y la propia necesidad conducen a ello».
Mi vida es una casualidad ya en sí. Vivo de deseos y pasiones, de anhelos y nostalgia. Todo lo bueno que he vivido me ha costado miles de suspiros. Aquéllo que deseaba, en teoría, se ha cumplido. Y quizás, si algo no ha ocurrido es porque no lo necesitaba realmente.
Vivo en una casualidad constante. Y no es algo que me desagrade, al contrario. Soy amante de las casualidades y de mí misma, por hacer que aquéllo que tanto ansío se cumpla, tarde o temprano.
«Las casualidades son mi debilidad; son las únicas cosas de la vida que consiguen quebrantar mis reglas».
No hay comentarios:
Publicar un comentario