6 de febrero de 2014

Aquí y ahora.

Cuando conozco a alguien, tengo la sensación de que aparece justo en el momento adecuado. Es como si el Universo conspirase e hiciese todo lo posible para que, por casualidad, te topes con ese alguien. Para que lo aproveches; le saques todo el jugo.

Cada uno de nosotros es un mundo

Siguiendo esa metáfora, yo he estado en muchísimos. Y quizás venga al caso. Sí, viene. En cierto modo soy como Sora en el Kingdom Hearts. Desde el principio del juego sabes que está solo. Y lo estará siempre. Pero cuando más lo necesita, aparece alguien en el que apoyarse. Alguien que le ayudará en su camino; en sus viajes a través de todos los mundos, de los cuales aprenderá.
Esa es una razón por la que me gusta conocer gente. Me gusta viajar de una persona a otra. Conocer cada rincón, cada callejón, cada recoveco, cada misterio.


No cambiaría por nada en el mundo, pues, el haber conocido a todas las personas con las que me he topado. Si las hubiese conocido antes, no me hubiera ido ni mejor ni peor. Como ya he dicho, aparecen justo cuando los necesitas. Personas que se adaptan a tu forma de ser. La del momentoPensadlo. Realmente, si hubiese conocido a personas que ahora están a mi lado hace tiempo atrás, ¿quién nos diría que mantendríamos la misma o mayor relación que la que tenemos ahora? Seguramente sería al contrario, no encajaríamos. 

Aida ha cambiado a lo largo del tiempo. Bueno, es que en eso se basa la vida, ¿no? Siendo aún más concreta, las personas son las que nos cambian. Lo que experimentas, lo que vives, lo que padeces mediante o a través de ellas. Y lo que haces por ti mismo; lo que descubres. Todo es capaz de moldearnos y, para qué engañarnos, no solo el Universo conspira para que conozcas a alguien sino que o la descartas y se va alejando con el tiempo o simplemente dicha persona aparece y permanece por el hecho de encajar contigo. Quizás se quede; quizás no. Eso no podrá saberse.
Una cosa si os digo. Todo (o casi todo) en esta vida tiene fecha de caducidad. Es la condición por el hecho de vivir, aunque suene un poco fatalista. Quizás desde el principio ya se pueda saber aproximadamente quién se va a quedar o no. Llámalo intuición. Qué sé yo. Lo que sí sé es que no cambiaría por nada del mundo lo que tuve y lo que tengo actualmente. Incluso las personas que no están y no quería que se fuesen; los que vinieron para quedarse; con los que empiezas bien y acabas mal; los que pasaron desapercibidos. Todas y cada uno de ellas te han hecho ser como eres en cierto modo.
¿Por qué alterar, pues, el espacio-tiempo para poder pasar más tiempo con una? Vino cuando debía venir y punto. Qué más da cuándo lo haga si acaba haciéndolo. Ese es el caso.
No importa cuándo si, a partir de ese momento, vas a aprender, conocer, querer y a pasar todo el tiempo posible con esa persona.

Lo demás, queridos lectores, da exactamente igual. Siempre vas a estar pensando que te ha faltado tiempo, a pesar de haber pasado casi toda tu vida con una persona.

Qué se le va a hacer. Somos así.

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