Retazos de sabiduría escondidos en páginas de libros (Demian).
«Y me contó
la historia de un muchacho enamorado de una estrella. Adoraba a su estrella
junto al mar, tendía sus brazos hacia ella, soñaba con ella y le dirigía todos
sus pensamientos. Pero sabía, o creía saber, que una estrella no podría ser
abrazada por un ser humano. Creía que su destino era amar a una estrella sin
esperanza; y sobre esta idea construyó todo un poema vital de renuncia y de
sufrimiento silencioso y fiel que habría de purificarle y perfeccionarle. Todos
sus sueños se concentraban en la estrella. Una noche estaba de nuevo junto al
mar, sobre un acantilado, contemplando la estrella y ardiendo de amor hacia
ella. En el momento de mayor pasión dio unos pasos hacia adelante y se lanzó al
vacío, a su encuentro. Pero en el instante de tirarse pensó que era imposible y
cayó a la playa destrozado. No había sabido amar. Si en el momento de lanzarse
hubiera tenido la fuerza de creer firmemente en la realización de su amor,
hubiese volado hacia arriba a reunirse con su estrella.
(...)
Las
cosas que vemos son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más
realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos
viven tan irrealmente; porque creen que las imágenes exteriores son la realidad
y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz
así, pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino que elige
la mayoría».
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