12 de febrero de 2014

Tú (IV).

Guardo lluvia en el pelo, en el abrigo, en las zapatillas y en los párpados por si algún día la necesito. Almaceno frío en mi piel, en mis músculos y en mis huesos para que seas tú el que produzca el deshielo. O el incendio, como tú prefieras. 
Cuando ando por el camino al que llamamos vida, soy capaz de vislumbrar cada fibra de tu ser. Y no es coña.
Me imagino que cada nube es una célula de tu cuerpo y que el cielo en su conjunto es tu piel; . De esa forma, cuando miro al cielo, te pienso. Y cuando el frío roza mi piel, te siento. Y cuando la gota de lluvia que cae recorre mis mejillas lentamente para acabar en mis labios, me besas. 
Y así.

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