5 de diciembre de 2012

Viceversa


Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte.
Tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte.
Tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte.
O sea,
resumiendo,
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.


Mario Benedetti


29 de noviembre de 2012

Cuento de hadas

Porque todas deseamos tener al mejor novio. Ese del que nos enamoramos con tan sólo mirarlo a los ojos. Con el que nos podemos tirar horas y horas hablando de cosas sin importancia. Al que estás deseando ver, con el que enseguida te pones nerviosa porque adviertes otra vez esas mariposas en el estómago que siguen apareciendo como la primera vez que lo viste, te miró a los ojos o simplemente, te besó. Y, al terminar la velada y se va, ya lo estás echando de menos. Que sea el motivo de tu sonrisa, el que te ayude a ser mejor persona, que sea tu fuente de inspiración. Con el que puedas contar para todo. Que te sorprenda cada día con una cosa nueva. Que sea el que te abrace en los días helados de invierno y con el que sudes bailando en una discoteca en verano.
Que te escriba cosas bonitas, que te susurre al oído palabras prohibidas, que te prepare vídeos con las miles de fotos que tenéis juntos, que te sorprenda con una velada romántica en una playa desértica con tu comida favorita. Que todo su mundo seas tú y que tu mundo sea él.

Un amor por el que se cruzan océanos, un amor de película, un cuento de hadas...Un amor que marque un antes y un después en tu vida, tanto, que te cueste una eternidad superarlo. Que la ruptura sea un motivo por el cual odiar a los hombres y una excusa perfecta para evitar los enamoramientos por un tiempo.

Lo peor de todo esto es que yo ya odio a los hombres.

Las vueltas que da la vida...


Planear tu futuro en estos momentos lo veo totalmente inútil.
Si lo piensas, estamos al comienzo de nuestra vida. Probablemente hayamos vivido los momentos más felices de nuestra existencia pero de aquí a diez, veinte, incluso de aquí a cinco años, las cosas pueden cambiar radicalmente.
¿Qué vas a estudiar? ¿Cambiarás de carrera mil veces hasta encontrar la correcta? ¿Cuándo te independizarás? ¿Vivirás solo o por el contrario, compartirás piso con tus amigas o con tu pareja? ¿Has encontrado el amor de tu vida, con quien piensas casarte y tener hijos? ¿Tendrás muchos más novios hasta encontrar el correcto? ¿Te casarás? ¿Tendrás hijos? ¿Podrás trabajar en lo que te guste?

Hay tantas preguntas sin respuesta...


Por eso es mejor vivir disfrutando de cada momento porque nunca sabes cuándo se va a acabar. Planear tu vida es absurdo ya que puede ser que mañana cambie todo por completo y te encontrarás roto por dentro, porque las cosas que deseabas no están saliendo como creías. Y es que la vida da tantas vueltas...



24 de noviembre de 2012

Incompleta

Espacios vacíos, rostros distantes, sin un lugar a donde ir.
A donde voy, todos se preguntan.
He intentado seguir adelante como si no te hubiera conocido.
Pero mi mundo está medio dormido.
Hay voces que me dicen que debo seguir adelante, pero estoy nadando en un océano completamente sola.
Está escrito en tu rostro. Sigues preguntándote si cometimos un gran error.
No es mi intención hacer esto interminable, pero parece que no puedo olvidarte.
Quiero dejarte ir pero sin ti solo estoy incompleta...

Castillo de arena

El momento incómodo en el que, después de haber vivido mucho con una persona, hay algo que se pierde. 
Duele. Duele por dentro. Porque se destruye el pequeño castillo que habíais estado construyendo juntos. Se cayó cuando pasó todo pero siempre quedan los últimos montones de arena mojada que te pueden servir de base para el siguiente. Pero cuando ves que una ola viene, rápida y sin ningún tipo de aviso y, se lleva consigo toda tu esperanza, ya cuesta construir otro una segunda vez.
Es doloroso ver como algo tan importante, tan rápido como vino, se fue.

Dos caras de la misma moneda

Por un lado, un chico que te ha acompañado durante muchísimos años. En casi todos o en todos los momentos importantes de tu vida ha estado él. El típico chico que se acaba convirtiendo en tu mejor amigo. Un chico con algunos gustos parecidos, con aficiones que realmente admiras (ya que nunca serás capaz de realizar) y que te aporta su inteligencia ayudándote a ser mejor persona, más independiente, lista; mezclado todo con un toque de locura.
Te hace descubrir un mundo diferente. Un mundo en el que no todo lo establecido es lo mejor y con el que empiezas a disfrutar la vida, hablando de cosas sin importancia que te sacan una sonrisa. Un grado de confianza superior al experimentado anteriormente. Una conexión que tardarás años en encontrar el motivo, la forma y, sobretodo, el nombre a todo ese sinfín de sentimientos contradictorios.
Un chico que demostrará poco, pero que su interior estará lleno de sentimientos, emociones; amor que le costará mucho expresar e intentará evitar por todos los medios.
Alguien con quien puedes ser tú misma y que te va a aportar una seguridad y una estabilidad carente en tu propia personalidad.

Por otro lado está el chico que acabas de conocer. Aparentemente no es de esos que te llaman la atención a primera vista pero que, por extrañas circunstancias, acabas hablando con él. Y vas encontrando gustos similares. Además, es una persona que no necesita saber de tu pasado, ni tú de él. Se crea una especie de burbuja que os envuelve a los dos en la que no importa nada más y cualquier tema es válido.
De esos con los que pierdes la noción del tiempo, que te hacen sonreír por cualquier tontería. Porque muchas veces necesitas un poco de distracción a unos oídos comprensivos. Y porque te hace abstraerte de un falso "yo" para tomarte unas vacaciones de ti misma.
Un chico misterioso, odiado por muchos y querido por pocos, totalmente opuesto a ti en cuanto a relaciones con los demás, de forma de ser en sí, pero por alguna razón sientes un deseo irrefrenable de pasarte junto a él horas y horas hablando de cualquier cosa. Te hace sentir bien. Te hace sentir una atracción diferente que normalmente no sientes por los otros chicos. Con él nunca sabes que puede pasar. Nunca vas a saber lo que siente por ti, si es que siente algo.
El contacto físico es escaso pero cuando lo hay, te hace sentir especial y te olvidas de todo lo que hay alrededor. Si falta, te pones triste cuando en teoría no deberías pero...es una debilidad.
Otro tipo de relación...

Quizás suene un poco egoísta (y lo es, desde la visión masculina) pero hay veces que es inevitable amar a dos personas, a dos mundos, a dos caracteres totalmente diferentes. Porque muchas veces ambas partes son complementarias y necesitas a ambas para vivir. Blanco o negro, calor o frío, conocido o misterioso...¿Cuál es el correcto? Ese es el quid de la cuestión.

Es importante en qué dirección llevas la relación con una persona. Hay tres regiones diferenciadas:


La primera es la más accesible. Es en la que no te implicas, no conlleva responsabilidad alguna. No tiene por qué saber cosas de tu pasado. Te puede servir para hablar temas superfluos, sin mucha importancia y con los que, a la hora de la verdad, no contarías para otra cosa que no fuera hablar de cómo te ha ido en el examen, del tiempo o vete tú a saber qué. Personas prescindibles en tu vida. Llamados mundialmente como "conocidos".
Hay gente que le gusta coleccionar personas con este escaso vínculo ya que eso deriva a popularidad, fama, etc. Pero interiormente no te sirven para nada porque con este tipo de personas solamente te puedes llegar a sentir vacío.

En la segunda están esas personas con las que conectas desde el primer momento y aunque muchas veces no nos demos cuenta, en el fondo sabemos que con esa persona vamos a compartir más que palabras. Vamos a crecer interiormente. Nos van a ayudar en los momentos que más necesitamos, nos van a hacer reír hasta llorar. Van a escuchar todo lo que tengas que decirles y van a soportarte en días en los que ni tú misma te aguantas. Personas capaces de cambiarte el ánimo en un segundo. Personas que te marcan de tal punto que acabas adquiriendo atisbos de su personalidad a la tuya. Personas que te hacen cambiar la forma de ver las cosas, que te dan energía...
Y, en los casos en los que sea una persona del sexo opuesto, sea propensa a enamorarse de ti, o al revés. Porque de la amistad al amor hay un paso y al llegar a este punto, es inevitable parar los sentimientos, que son como una hemorragia y, es difícil volver al punto de partida. Y si se consigue volver, acaba dañando mental, física y psicológicamente a ambas partes.

Y por último, la última región; ese punto intermedio entre esas dos partes. El punto exacto en el que, ni das ni recibes mucho. En el que no te llegan a conocer tan bien porque hay fuerzas que lo impiden. Porque tu mente y tu cuerpo te piden que pase algo más antes de proseguir por el camino. Y ése es el momento perfecto para arriesgarte, para empezar una relación sentimental. Pero con diferencia, es la parte más difícil de conseguir y por la que no siempre se pasa.

Os aconsejo que si, al poner esto, pensáis que vivís algo parecido con alguien, no lo desaprovechéis. Porque si no, veréis las oportunidades pasar delante de vuestras narices y, pasaréis de estar en ese punto "muerto" a la segunda región y de ahí, es complicado obtener buenos resultados. Se confundirán sentimientos y al conoceros tanto tenderéis a la monotonía y eso es malo. Porque el factor sorpresa también es importante y, lo es más, el crecer juntos como personas y como pareja.


“El amor no son dos personas mirándose una a la otra, pero sí dos personas mirando juntas hacia la misma dirección”.

—El amor, por ejemplo. Sabes qué es, pero se resiste a una explicación detallada.
—El amor es un concepto sutil —admití—. Es elusivo, como la justicia, pero puede definirse.
—Dime qué es el amor.
Pensé un momento, y luego otro, más largo.
—¿Ves lo fácil que lo tendré para detectar lagunas en cualquier definición que me des?
—El amor es la voluntad de hacer cualquier cosa por alguien —dije—. Incluso en detrimento propio.
—En ese caso —repuso ella—, ¿en qué se diferencia el amor del deber o la lealtad?
—En que está combinado con la atracción física—dije.
—¿También el amor de una madre? —inquirió Vashet.
—Pues combinado con un profundo cariño —me corregí.
—Y ¿qué quieres decir exactamente con «cariño»?
—El cariño es... —Me estrujé el cerebro tratando de pensar cómo podía describir el amor sin recurrir a otros términos igualmente abstractos.—Esa es la naturaleza del amor.
—. Intentar describirlo volvería loca a cualquier mujer. Por eso los poetas se pasan la vida
escribiendo. Si uno de ellos pudiera describirlo definitivamente en el papel, los otros
tendrían que abandonar sus plumas. Pero es imposible.
—Pero solo un necio puede afirmar que no existe el amor. Cuando ves a dos jóvenes
mirándose fijamente con los ojos lagrimosos, allí está. Tan denso que podrías untarlo en el pan y comértelo. Cuando ves a una madre con su hijo en brazos, ves el amor. Cuando lo notas agitarse en tu vientre, sabes qué es. Aunque no puedas expresarlo con palabras.
—Ese es el propósito de las preguntas. Hacer esas preguntas es como preguntarle a una muchacha por el chico que le gusta. Quizá no emplee la palabra en sus respuestas, pero estas revelan si hay o no amor en su corazón.



Si lo pensáis en términos musicales, es más fácil entenderlo. A veces un hombre disfruta oyendo una sinfonía. Otras le apetece más una giga. Con el amor pasa lo mismo. Cierto tipo de amor resulta adecuado para los mullidos almohadones de un claro crepuscular. Otro resulta natural en el desorden de las sábanas de una cama estrecha en el último piso de una posada. Cada mujer es como un instrumento, y espera que la entiendan, la amen y la toquen con delicadeza, para por fin hacer sonar su verdadera música.
Habrá quien se ofenda con esta manera de ver las cosas, si no entiende cómo concibe la música un artista de troupe. Habrá quien piense que degrado a las mujeres. Habrá quien me considere insensible, grosero o zafio. Pero esos no entienden el amor, ni la música, ni me entienden a mí.



Sentí que aquella era la primera vez en la vida que estaba completamente despierto. Todo parecía claro y nítido, como si viera con unos ojos nuevos. Como si no necesitara los ojos para nada y mirase el mundo directamente con la mente.
Era hermosa.
La miré a los ojos y el mundo se amansó y se ralentizó. Sentí como si me hubieran sumergido bajo el agua, y como si me hubieran extraído el aliento. Por un instante brevísimo me quedé aturdido y petrificado, como si me hubiera caído encima un rayo.
Ahora la conocía hasta la médula de los huesos.


Una pregunta imposible...


Las preguntas que no podemos contestar son las que más nos
enseñan. Nos enseñan a pensar. Si le das a alguien una respuesta, lo único que obtiene es cierta información. Pero si le das una pregunta, él buscará sus propias respuestas. Así, cuando encuentre las respuestas, las valorará más. Cuanto más difícil es la pregunta, más difícil la búsqueda. Cuanto más difícil es la búsqueda, más aprendemos. 

Hay secretos de la boca y secretos del corazón.
La mayoría de los secretos son secretos de la boca. Chismes compartidos y pequeños escándalos susurrados. Esos secretos ansían liberarse por el mundo. Un secreto de la boca es como una china metida en la bota. Al principio apenas la notas. Luego se vuelve molesta, y al final, insoportable. Los secretos de la boca crecen cuanto más los guardas, y se hinchan hasta presionar contra tus labios. Luchan para que los liberes.
Los secretos del corazón son diferentes. Son íntimos y dolorosos, y queremos, ante todo, escondérselos al mundo. No se hinchan ni presionan buscando una salida. Moran en el corazón, y cuanto más se los guarda, más pesados se vuelven. Es mejor tener la boca llena de veneno que un secreto del corazón.
Cualquier idiota sabe escupir el veneno, dice, pero nosotros guardamos esos tesoros dolorosos. Tragamos para contenerlos todos los días, obligándolos a permanecer en lo más profundo de nosotros. Allí se quedan, volviéndose cada vez más pesados, enconándose. Con el tiempo, no pueden evitar aplastar el corazón que los contiene.

22 de noviembre de 2012

La ausencia alimenta el afecto.


—¿Cuáles le parecieron más interesantes? ¿Las que corrían a sus brazos enseguida, o las
que eran más difíciles y se mostraban reacias, incluso indiferentes a sus atenciones? 
Con las mujeres pasa lo mismo.Algunas no soportan que un hombre se aferre a ellas. Y a todas les gusta que les dejen hacer sus propias elecciones. Es difícil ansiar algo que ya tenemos.
 —Eso es verdad. La ausencia alimenta el afecto.



—Disculpe, señorita.
—¿Sí?
—Normalmente nunca abordaría así a una mujer, pero no he podido evitar fijarme en que
tiene usted los ojos de una dama de la que una vez estuve locamente enamorado.
—Es una pena amar solo una vez —dijo ella, y su sonrisa traviesa dejó entrever sus blancos dientes—. He oído decir que hay hombres que consiguen amar dos veces, e incluso más.
—Yo solo he delirado una vez. Nunca volveré a enamorarme.
—¡Pobre hombre! Esa mujer debió de hacerle mucho daño.
—Cierto, me hirió de varias maneras.
—Pero eso tan solo era de esperar. ¿Cómo no iba a amar una mujer a un hombre tan apuesto como usted?
—No lo sé. Pero creo que no me amaba, porque me atrapó con una
sonrisa adorable y luego desapareció sin decir palabra. Como el rocío bajo la débil luz del
amanecer.
—Como un sueño al despertar.
—Como una doncella feérica deslizándose entre los árboles.
—Esa mujer debía de ser verdaderamente maravillosa para enamorarlo tanto —dijo
entonces mirándome con seriedad.
—Era incomparable.
—¡Bueno! —Adoptó un tono más jovial—. Todos sabemos que a oscuras todas las mujeres son igual de altas.
—Eso no es cierto.
—Está bien —dijo ella lentamente—. Supongo que tendré que creer lo que me dice. —Volvió a mirarme—. Quizá algún día logre convencerme.
Me sumergí en el castaño profundo de sus ojos.
—Esa ha sido siempre mi gran esperanza.
—Mantenla. Porque sin esperanza, ¿qué nos queda?


6 de octubre de 2012


—Me ayudas con solo estar aquí —dije con sinceridad—. El simple hecho de verte mejora mi estado de ánimo.
—Cuando sabes que la culpa es solo tuya es mucho peor, ¿verdad?
—Sí —coincidí—. La verdad es que prefiero un poco de distracción que unos oídos comprensivos.
—Creo que eso te lo puedo conseguir —dijo ella, y me cogió del brazo—. Dios sabe bien que tú has hecho lo mismo por mí muchas veces.
—Ah, ¿sí? —dije mientras echábamos a andar juntos.
—Infinidad de veces. Cuando te tengo conmigo es fácil olvidar. Bueno, no es eso. Me refiero a que cuando te tengo a mi lado es fácil olvidar.
—¿Olvidar qué?
—Todo —respondió, y por un instante su voz dejó de sonar alegre— Todo lo malo de mi vida. Quién soy. De vez en cuando me sienta bien tomarme unas vacaciones de mí misma. Tú me ayudas a eso. Eres mi puerto seguro en un mar infinito y tempestuoso. Eres el sauce umbroso en un día soleado.
—Tú —repliqué— eres una dulce música en una habitación lejana.
—Tú eres un pastel inesperado en una tarde lluviosa.
—Tú eres la cataplasma que extrae el veneno de mi corazón —dije.




10 de septiembre de 2012




Las mujeres son como el fuego, como las llamas. Algunas
son como velas, luminosas e inofensivas. Algunas son como
chispas, o como brasas, o como las luciérnagas que perseguimos
las noches de verano. Algunas son como hogueras, un derroche de
luz y de calor para una sola noche, y quieren que después las dejen
en paz. Algunas son como el fuego de la chimenea: no muy
espectaculares, pero por debajo tienen cálidas y rojas brasas que
arden mucho tiempo.
»Pero Ella...ella es como una cascada de chispas que
sale de un afilado cuchillo de hierro que Dios acerca a la piedra de
afilar. No puedes evitar mirar, no puedes evitar desearla. Hasta es
posible que acerques una mano durante un segundo. Pero no puedes
dejarla allí. Te partirá el corazón...

Estuviera donde estuviese, siempre era el centro de todas las miradas. No me interpretéis mal. No quiero decir que fuera llamativa, ni vanidosa. Si miramos el fuego es porque parpadea, porque resplandece. Lo que atrae nuestra mirada es la luz, pero lo que hace que un hombre se acerque al fuego no tiene nada que ver con su resplandor. Lo que atrae del fuego es el calor que sientes cuando te acercas a él.



26 de agosto de 2012


Quizá la mayor facultad que posee nuestra mente sea la capacidad de sobrellevar el dolor. El pensamiento clásico nos enseña las cuatro puertas de la mente, por las que cada uno pasa según sus necesidades. 
La primera es la puerta del sueño. El sueño nos ofrece un refugio del mundo y de todo su dolor. El sueño marca el paso del tiempo y nos proporciona distancia de las cosas que nos han hecho daño. Cuando una persona resulta herida, suele perder el conocimiento. Y cuando alguien recibe una noticia traumática, suele desvanecerse o desmayarse. Así es como la mente se protege del dolor: pasando por la primera puerta. 
La segunda es la puerta del olvido. Algunas heridas son demasiado profundas para curarse, o para curarse deprisa. Además, muchos recuerdos son dolorosos, y no hay curación posible. El dicho de que «el tiempo todo lo cura» es falso. El tiempo cura la mayoría de las heridas. El resto están escondidas detrás de esa puerta. 
La tercera es la puerta de la locura. A veces, la mente recibe un golpe tan brutal que se esconde en la demencia. Puede parecer que eso no sea beneficioso, pero lo es. A veces, la realidad es solo dolor, y para huir de ese dolor, la mente tiene que abandonar la realidad. 
La última puerta es la de la muerte. El último recurso. Después de morir, nada puede hacernos daño, o eso nos han enseñado.


21 de agosto de 2012





Aquí tenemos a dos jóvenes encantadores. Estaban sentados y sus miradas se han encontrado. Él dice hola. Ella dice hola. Ella sonríe. Él, nervioso, se apoya ora en un pie, ora en el otro. Se percibe algo sutil en la atmósfera. A ella le encantan sus facciones. Le intriga la curva de sus labios. Se pregunta si podría ser él, si podría mostrarle las partes más secretas de su corazón. Existe entre ellos algo endeble y delicado. Ambos pueden sentirlo. Es algo parecido a la electricidad estática. Débil como la escarcha.
¿Qué haces tú?
Tenemos tres caminos. Primero: nuestros jóvenes enamorados pueden intentar expresar lo que sienten. Pueden intentar cantar eso que han oído cantar a sus corazones.
Ese es el camino del loco honrado, y es un mal camino. Esa cosa que hay entre ellos es demasiado trémula para hablar de ella. Es una chispa tan débil que hasta el aliento más suave la apagaría. Aunque seas inteligente y sepas expresarte, estás condenado al fracaso. Porque si bien sus labios quizá hablen el mismo idioma, sus corazones no.
El segundo camino es más prudente. Habláis de cosas sin importancia. Del tiempo. De la última obra de teatro que habéis visto. Pasáis un rato juntos. Os dais la mano. De ese modo, poco a poco aprenderéis el significado secreto de las palabras del otro. Así, cuando llegue el momento podréis hablar añadiendo un significado sutil a vuestras palabras, para que haya entendimiento por ambas partes.
Y luego está el tercer camino. Percibes que hay algo entre vosotros dos. Algo maravilloso y delicado. Y como aspiras a tener certeza en todo, decides forzar la situación. Tomas la ruta más corta. Mejor cuanto más sencillo, piensas. Y te lanzas sobre los pechos de esa joven.

Tenía defectos, pero ¿qué importa eso cuando se trata de asuntos del corazón? Amamos lo que amamos. La razón no entra en juego. En muchos aspectos, el amor más insensato es el amor más verdadero. Cualquiera puede amar algo por algún motivo. Eso es tan fácil como meterse un penique en el bolsillo. Pero amar algo a pesar de algo es otra cosa. Conocer los defectos y amarlos también. Eso es inusual, puro y perfecto.


23 de julio de 2012

Recuerdos.

Todo aquí son recuerdos.
Recuerdos que te vienen a la mente, como una ola; esperando el momento oportuno para abordarte, sin tapujos, sin ningún tipo de remordimiento.
Y, ante esa situación, lo único que puedes hacer es esperar el golpe el tiempo que sea necesario o apartarte y ver como, lentamente, vuelves a tu estado original de calma, aunque un tanto aturdido por la fuerza que los recuerdos tienen sobre ti.


Y así, una y otra cada vez que piso ese lugar...




Reflexionando he caído en el pequeño detalle de que no siempre lo que necesito es lo que quiero, lo que quiero no siempre es lo que encuentro, lo que encuentro no siempre es lo que busco, lo que busco no siempre es lo acertado, y lo acertado no siempre es lo que me hace feliz ... Quizá porque no siempre 1+1 son 2 ... Porque el blanco puede ser negro, porque a veces ‘no’ quiere decir ‘sí’ y, en ocasiones tras un ‘sí’ se esconde un ‘no’... Quizá porque no siempre dormir significa que descanses, porque podemos soñar despiertos. Quizá porque una mirada dice más que mil palabras y porque los silencios duelen más que las palabras ... Quizá porque se puede andar perdido aunque conozcas el camino, porque hay días tan oscuros como la noche, y noches que brillan más que un día, porque hay días para todo, porque todo a veces es nada y porque otras veces nada es todo ... Quizá porque hay quienes te tienen delante y no te ven y quienes te han visto sin mirarte, quizá porque el mismo abrazo que adoro me ahoga, porque aunque me ahoga me atrapa, quizá porque no siempre correr significa llegar más lejos, porque lo más pequeño en ocasiones es ... Lo más grande ... Quizá porque 2+2 a veces son 5, porque en ocasiones uno se salta sus propias reglas para después poder cumplirlas, porque a veces aunque se pierda se gana.


"Tan solo tres segundos fueron necesarios para quedarme prendado de los gestos de tus manos. Tú estabas tan brillante y yo era tan cobarde, que esconderme en cada parte era mi modo de afrontar la situación. Me resultaba tan romántico esa forma de estar mirándonos. Fue tan extraño que estaremos mucho tiempo imaginándonos. Cómo he podido echarte de menos estos días, si aún estamos en proceso de saber de nuestras vidas. Y ahora tenemos toda la vida por delante, el tiempo está de nuestra parte, trasladémonos a nuestra dimensión. Así que no estés tan hermética, tan misteriosa y enigmática. A mí me gusta ser más básico, más visceral, más práctico."

30 de junio de 2012


Al anochecer, cuando el sol se oculta,
desde lo alto mi mirada te busca.
Hace horas que te espero,
pero mi amor es eterno.
Al anochecer, cuando la luz se apaga,
por fin pongo rumbo a casa.
Entre los sauces suspira el viento;
te ruego, mantén el fuego ardiendo.

Debes darte cuenta de que nos hemos pasado la vida desde pequeños respondiendo a la pregunta "qué me gusta".
Qué me gusta de comida, de ropa, de juguetes, de estudios, de trabajo, de amistad, de amor, de sexo...
Y ese "qué me gusta" marca nuestro mundo. Da la sensación de que si nos gusta algo es un indicador de un rumbo o un deseo, y debes saber que no.
Lo que nos gusta no es nuestro camino, ni tampoco lo que no nos gusta. A veces el rumbo puede estar en lo que nos provoca indiferencia, en aquellos que no nos apasiona ni aborrecemos.
Has de confiar en ti, no en lo que crees que te gusta a ti...La senda no la marca lo que te gusta a ti, sino que la marcas tú...

¿Sabéis cuando notas que tu mundo te puede, que todo a tu alrededor va a otra velocidad, que no te sientes cómodo con nadie y sólo deseas no pensar? Pues así estaba de perdida, algo sólo comprensible si has sentido ese estado en que todo vale y nada importa.



Siempre debes poner en tu vida más noches que días...


¿Ves toda esa gente caminando sin sentido pero en direcciones concretas?
¿te das cuenta como todos van hacia algún lugar, con algún propósito? Ni tú ni yo nos cambiaríamos ahora mismo por ellos. y eso es porque nos gusta nuestra vida, nuestro rostro, nuestro camino...No podemos entender adónde van, qué necesitan hacer...
Pero todo cambia por la noche...En plena madrugada fíjate en los edificios altos y verás que hay pocas luces encendidas, muy pocas. Casi todo el mundo duerme, tan sólo hay algunos que están despiertos...Y ésos son los que buscan y los que encuentran.
A esas altas horas de la noche, en las que todo el mundo duerme, ellos están amando o gozando de conversaciones intensas..Y ese sentimiento y esas palabras cambian su vida.


Ahora parecía que ya no tenía que preocuparme por ella, pero aún deseaba hacerlo...
Siempre he creído que las personas más importantes de nuestra vida todavía no las hemos conocido. Y como no existen, no nos preocupamos por si el coche las ha dejado tiradas, si se les ha muerto un ser querido, si están tristes o si les han abandonado.
No existen en nuestro mundo y, por ello, su tristeza y su felicidad no nos pertenecen y no nos afectan...Hasta el día que los conocemos y nos ponen al día de su mundo...
Ahora me daba cuenta de que pasaba lo mismo con la gente que perdemos y sabemos que no recuperaremos. Es como si debiéramos olvidar qué les pasa y les preocupa. Y eso yo no deseaba hacerlo; la gente lo hace por sobrevivir...Quizá yo no deseaba sobrevivir.

Aprender a caer antes que caminar


Sí, así perdí el miedo a las caídas. Y si pierdes el miedo a las caídas, caminas mejor y hasta puedes atreverte a correr. Todo en la vida debería de ser así. Primero caerse y luego caminar.


12 de junio de 2012

Amor de juventud


Si sacrifica su propio crecimiento y talento por amor, usted nunca encontrará la felicidad.

Es tan natural sentirse atraído, estar interesado y enamorarse durante la juventud como lo es para las plantas florecer en primavera. Y más aún, las agonías por amor son muchas y variadas.

Mientras todos son libres de enamorarse o sentirse atraídos por alguien y nadie tiene el derecho de inmiscuirse en sus asuntos privados; como un viejo amigo, me gustaría explicarles cuán importante es, desde mi punto de vista, no perder la visión de luchar por su propio desarrollo personal. Por supuesto, no hay reglas en el amor ni en el matrimonio y nadie tiene derecho de restringirle de ninguna manera. Pero no me gusta ver a jóvenes envueltos en relaciones frívolas sufriendo y agonizando por ellas cuando deberían estar plenos y felices.

Mi maestro con frecuencia decía que cuando una mujer actuaba con dignidad en sus relaciones, los problemas podían resolverse. Las mujeres, decía, no deberían tener actitudes facilistas, actitudes que tomen el amor a la ligera, ya que ello les llevaría a lamentaciones y sufrimientos.

Mientras escribo estas palabras con las jóvenes particularmente en mis pensamientos, mucho de lo que digo también se aplica a los jóvenes.

Para mi, el amor debería ser la fuerza que nos ayude a expandir nuestras vidas, hacer brotar nuestro potencial con una fresca vitalidad. Esto es lo ideal, pero muy a menudo, las personas pierden la objetividad al enamorarse.

La pregunta es: “¿Esta persona le inspira a trabajar más duro, o le distrae de aquello que tiene que hacer?. ¿Su presencia le determina a entregar más energía en sus actividades, a ser una mejor persona?. ¿Le inspira a realizar sus metas futuras y trabajar por ellas? o, ¿Es esa persona su  foco central, opacando todo lo demás?”.

Si usted está siendo negligente en relación a lo que debe hacer, olvidando su propósito en la vida debido a la relación que tiene, me temo que se encuentra mal encaminado. Una sana relación, desde mi punto de vista, es aquella en la cual las dos personas se animan para conseguir sus respectivos objetivos, a la vez que comparten sus anhelos y sus sueños. Una relación debe ser motivo de inspiración, vitalidad y esperanza.

En vez de convertirse en una pareja cerrada, creando un mundo en el cual sólo ustedes dos existen, es mucho más sano aprender de aquellos aspectos de su pareja que usted admira y respeta, y continuar haciendo esfuerzos  por mejorar  y desarrollarse usted mismo. Antoine de Saint Exupery, autor de El Principito, una vez escribió: “El amor no son dos personas mirándose una a la otra, pero sí dos personas mirando juntas hacia la misma dirección”.

Sé que gran parte de nuestra vida cotidiana tiende a ser rutinaria y poco emocionante y por eso hacer esfuerzos sostenidos para mejorarnos a nosotros mismos, puede ser difícil, pero entonces cuando usted se enamora, la vida parece estar llena de drama y emoción y sentirá que es el protagonista de una novela. Pero si usted se pierde en el amor porque se aburre y pierde todos sus caminos en la vida, entonces el amor no es otra cosa que un escape. Espero que no sucumba a esta visión de que el amor es el todo y el final, creyendo  que mientras esté enamorado, nada más importa.

Incluso si usted intenta usar el amor como un escape la euforia, definitivamente, no durará mucho. Como si fuera poco usted sólo se encontrará con más problemas, dolor y tristeza. Por más que lo intente, no podrá escapar de sí mismo. Si se mantiene débil internamente, el sufrimiento lo perseguirá donde quiera que vaya. Nunca encontrará la felicidad si no cambia desde su interior. La felicidad no es algo que otro, como su ser amado, pueda brindarle. Usted tiene que conseguirla por sus propios medios. La única manera de hacerlo es desarrollando su propio carácter y capacidades como ser humano, maximizando totalmente su potencial. Si sacrifica su propio crecimiento y talento por amor usted nunca encontrará la felicidad.

Sé que ahora puedo parecer un padre estricto, pero sólo digo esto por el bien de los jóvenes, particularmente aquellas jóvenes que muy frecuentemente son tan vulnerables a la persuasión de los jóvenes. Ellas actúan como si estuviesen aturdidas y pierden la habilidad de tomar  decisiones calmadas y racionales.

Debido a que las jóvenes son las que más frecuentemente salen heridas, ellas tienen todo el derecho de darle valor a su dignidad y buscar su propio beneficio.

Es por esa razón que yo siento lo importante que es para las jóvenes desarrollar fuerza interior y auto respeto.

Es degradante estar buscando aprobación constantemente. Si usted se encuentra en una relación donde no es tratada como demanda su corazón, espero que tenga el coraje y la dignidad de decidir que es mejor correr el riesgo de estar sola por un tiempo a mantener una relación infeliz.

El amor verdadero no son dos personas dependiendo la una de la otra, sólo puede ser alimentado entre dos personas fuertes, seguras de su individualidad. Una persona superficial, tendrá sólo relaciones superficiales. Si usted desea experimentar el amor verdadero, es importante primero, desarrollar una fuerte auto-identidad. El amor verdadero no es hacer aquello que el otro desea que haga, o pretender ser alguien que usted no es. El amor ideal se consigue solo entre dos personas sinceras, maduras e independientes.


Por DAISAKU IKEDA